
Querido lector, para comenzar esta columna de opinión me gustaría retroceder un poco en el tiempo y acudir a un libro que nos enseñan en el colegio para explicarnos nuestros derechos y deberes. En aquel libro, llamado Constitución, en las primeras páginas se encuentra un artículo que debería estar relacionado siempre con la definición de nuestro país, en teoría. El artículo 1ro dice: “Colombia es un Estado social de derecho organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.
En ese fragmento, que leyéndolo nuevamente suena utópico, se encuentran bastantes incongruencias de cómo se está manejando el país en la actualidad, o bueno, para no sesgarlo con el actual presidente, Iván Duque, prácticamente desde 1991 nunca se ha tenido en cuenta. Pareciera que los propios mandatarios no leen las normas de juego que ellos mismos juran proteger en cada posesión el 7 de agosto.

En esta ocasión me centraré en la palabra ‘pluralista’. ¿Realmente existe pluralidad política en Colombia? Me gustaría que cada uno de los lectores responda esta pregunta; asimismo, daré mi respuesta y es que no, no existe una pluralidad en un país donde los más adinerados son los que tienen voz y voto para las decisiones de una sociedad y el que opine lo contrario o lo amenazan o simplemente es atacado y juzgado por pensar diferente.
Históricamente ha sido así, el asesinato de diversas personalidades que han tenido diferentes perspectivas sobre la política como Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara Bonilla, Guillermo Cano, Jaime Garzón, miembros de la Unión Patriótica (UP) y en la actualidad los cientos de líderes sociales que temen por su vida, únicamente por creer en un cambio y opinar acerca de lo que a ellos y a muchos otros les molesta.
Desde que comenzó el mandato de Iván Duque ha sido muy cuestionado, por lo que se han realizado marchas y diferentes plantones para demostrar el inconformismo con su manera de llevar el país. Cientos de personas salieron a marchar a finales del año 2019, entre ellas varias figuras públicas como Julián Román, Alejandro Riaño, Santiago Alarcón, Adriana Lucia y otros.
Tras demostrar su inconformismo con el actual gobierno, estos artistas han sido llamados ‘subversivos’ o ‘izquierdosos’ cuando están en toda su libertad de opinar y de tener diferencias con el actual mandatario. Hace pocos días, Julián Román afirmó que perdió un contrato para ser la imagen de una marca de motos por opinar sobre política, en donde aseguró que: “Yo opino de política porque soy ciudadano, pago impuestos y siento la necesidad de hacerlo”. Otro caso fue el de Margarita Rosa de Francisco, que renunció a su columna en ‘El Tiempo’ después de cuestionar a uno de los mayores accionistas del medio, Luis Carlos Sarmiento Angulo, y de recibir una advertencia de su hija, afirmando que si quería continuar en el medio debía respetar la honra y el nombre de su padre.
Sin duda, estos hechos reafirman mi hipótesis de que en Colombia no se respeta la pluralidad y mucho menos en política, no estar de acuerdo con un político es sinónimo de estar en contra del país, cuando en realidad el político debería afrontar esas críticas y buscar soluciones colectivas y no para un selecto grupo adinerado que buscan su propio beneficio.

Autor: Andrés Cubillos